martes, 20 de febrero de 2007

Monólogo de un hombre muerto.

Monólogo de un hombre muerto
Axel Jacobo Barradas Berglind

Él era un hombre de cabello oscuro, de mirada triste y profunda. De altura media y de apariencia ordinaria. A pesar de su aspecto común, poseía un cierto encanto y una educación impecable. Aptitudes que bastaban para embrujar a casi cualquier mujer dispuesta a aventurarse a las tentadoras llamas del amor. Probablemente ninguna se habría enamorado de él de haber sabido de antemano que se enamorarían de un cuerpo vacío, sin sabor y sin una gota más de calor. El único fin que les esperaba a su lado era un corazón roto, un alma perforada y un espíritu decadente. El desamor es una de las maneras más atroces de destruir, pero a la vez una que involucra las formas más exquisitas de destrucción.

Él era un verdadero caballero y su formalidad causaba suspiros. Su mirada triste y sus ojos oscuros denotaban secretos tan negros como el pecado mismo, que provocaban en toda mujer una curiosidad incontrolable. Nadie pensaría que alguien tan cortés pudiera causar tanto dolor. Que un hombre pudiera vivir muriendo.

Ttodo en su vida resultaba llano; sin gracia, sin perfumes, sin adornos ni atributos fuera de lo común. Era poco impresionable, su atención dispersa se posaba aleatoriamente en cualquier objeto, cosa o ser viviente que se le parara en frente. Un escéptico sin sueños más allá de la punta de su nariz, sin ambiciones más que las de vivir sin preocupación, sin un futuro claro. Esto reducía considerablemente lo que podría impresionarle o tan siquiera llamar su atención.

No obstante, si existió una mujer de quién se enamoró perdidamente. Y ella fue la responsable de su miseria. Ésta le golpeó en el alma con la fuerza necesaria para llevar a cualquier hombre a la búsqueda irremediable de su propio fin. Así probó el sabor amargo y dulce con aquella mujer que conoció los auténticos colores y delirios del alma suya.

En definitiva no hay peor enfermedad que aquella que causan los infortunios del amor.

De ésta manera enunció estas palabras, envuelto en rabia y colmado de las múltiples heridas de un soldado en una guerra imposible de ganar:


-“¿Qué me calme? ¿Qué pretendes con calmarme? ¿Acaso crees que tu cínica sonrisa y tus palabras vacías me bastan para ser quien yo solía ser?”

…Ella no lo escuchó. Ella estaba demasiado lejos.

-“Tu egoísmo me sofoca. Mi cansancio, mis delirios y mi apariencia desgastada no te bastan para entender que me muero día a día. Te alegras al verme bajo la sombra de éstas terribles penas. Sólo te dedicas a enaltecer tu propia existencia. Alimentemos entonces tu ego una vez más, hagámoslo sólo una última vez.”

… Ella nuevamente no logró escucharlo.

-“¡Tú, que todo lo ves! Dime por favor en dónde estabas cuando perdí mi fe en lo que más valoraba. Dime porqué ella se aleja de mí. ¿Si tanto me ha llorado como puede olvidarme? Explícamelo.

… Y aquél que se sienta allá arriba, se encontraba demasiado ocupado como para escucharle. Sólo el silencio respondió a sus interminables preguntas.

Silencio… Y más Silencio…

-“¡Siempre ésta maldita calma! Sólo ella puede responder mis preguntas. Sólo ella conserva la vacuna capaz de curarme de esta mortal epidemia de los corazones.”

… Pero ella ya no estaba allí.
Y ella ya no estaba dispuesta a curar su enfermedad.

-“¡Yo te saqué del martirio, yo llené el vacío!, ¡Yo que te devolví la vida! Muéstrame que aún amas este corazón enfermo y este cuerpo que lo carga con vergüenza. No me digas que eres feliz sin mí.”

… Y no lo era.

-“Para mí has muerto. Y esta vez no seré yo tu salvador, esta vez te mirare hundirte. Así como Él lo mira todo. Ambos seremos espectadores de la tragedia que te espera”

… Pero nuevamente nadie lo escuchó.

-“La obra se titula “Prefacio a la muerte” Los únicos actores seremos tú y yo… ¡Abran los telones! ¡Que empiece la función!”

… Y tristemente se envolvieron en el eterno manto de la muerte.

2 comentarios:

Ruta Magazine dijo...

Lei tus dos cuentos. Ambos me parecieron demasiado buenos, de verdad escribes muy chido!!! Sinceramente no tengo observaciones, me gustaron mucho.
PACO

Ruta Magazine dijo...

El hombre muerto.
El caracter principal de la historia se reanima a través de la misma. Lo que resulta irónico pensando en el vacío de su vida.
A pesar de que los dos momentos de la historia, (el momento de soledad y luego enamoramiento) son entretenidos y bien llevados, el lazo entre estos dos resulta un tanto abrupto. Existe la sensación por momentos de haber leído una historia completamente diferente al principio.

samotary