miércoles, 28 de febrero de 2007

El Caso
Lovisa Geneviève Ekelund Widmann

Qué tarde la de hoy, son todos unos imbéciles. Si el inútil de Martínez no fuera un coyón no tendríamos que quedarnos horas extra. Me pesan los párpados, que cansancio. Si me alcanzara para el auto no tendría que caminar a casa. Aunque debo admitir que esta caminata me es útil. Me están mareando las escaleras. Los adoquines de la calle están mojados… quizá llovió. Ahí viene una señora, es bizarro como disfruto observar a la gente. Es parte de mi trabajo, claro. Camina de frente pero con la cara de lado, quizá tenga unos cuarenta años más o menos. Que peculiar su forma de caminar, se le ve la cara de perfil. Un perfil no muy hermoso por cierto. ¿Qué oculta? Como si tuviera un lado que nadie conoce, secreto, perverso, retorcido. Como aquel asesino, ese caso que nos trae locos.

¿Por qué me mira? ¿Qué le pasa a la gente por la cabeza cuando te ve en la calle? Siempre me lo pregunto. Claro, se que yo soy muy fijada y me llaman la atención las personas. Pero, ¿Qué creerán de mi? ¿Se darán cuenta de cuanto me detesto? Soy un asco, el tiene razón, no sirvo ni para las tortillas. Ay me duele, que incómodo es esconder este ojo morado.

Extraño, jamás he contemplado la posibilidad de que sea mujer. Siempre imagino que es hombre. Ni quiero imaginar la existencia de unas manos delicadas, finas, haciendo esas atrocidades. Se necesita un instinto de brutalidad, salvajismo. No, no puede ser mujer. Yo lo sé, todos lo saben. No me gustan estos niños ridículos, claro que se me pierde la vista observándolos. A este se le salen los ojos, como si buscara algo. Nervioso. Como aquel testigo. El que nada debe nada teme, dicen. El temía, si, temía. Aún así nos fue inútil. No supo decir nada.

Ese señor parece preocupado, tiene arrugas y todo pero pues no sé, algo tiene medio raro. Como que se ve tenso, a esa edad uno debería tener resuelta su vida. Hacer lo que le gusta. Ese es el problema nunca nadie se dedica a lo que le gusta porque pues, no se gana. Yo, una vez que pueda, me voy a ir y me voy a retirar y a dedicarme a lo que quiero y descansar.

La mirada de ese niño se me quedo en la cabeza. Eso si, era penetrante… ¡Que piernas tiene esa muchacha! Hasta se acalora uno, pero caray a quién se le ocurre salir con mini falda en la noche. No se acostumbraba eso cuando yo era joven. Pero que estoy pensando, ella podría ser el culpable. Uno no sabe, con esa facha uno se fija en otras cosas. Debería de contemplar más posibilidades, podría ser cualquiera…Tengo que voltear a ver sus caderas.

¡Viejo rabo verde! Que asco, me choca que se te queden viendo. Cerdos. Luego luego se le ve la cara de pervertido. Si algo tiene de razón mi mamá cuando dice que es peligroso salir así, pero, es que… a Beto le encanta verme así.

Casi me tropiezo con ese hoyo, ese señor parece que contuvo su risa. Idiota…bueno de hecho se parece a mi, viejo, opaco, gris. Común. A tipos como nosotros se nos nota en la forma de caminar, sin ningún rasgo especial y vestidos de traje, barato claro. Pero yo me visto así para disimular, así nadie me conoce. Soy uno más del resto. El, el en cambio… En cambio? Nunca sabes. Podría ser como yo, disimulando ser de lo más normal. La gente piensa en un asesino y se lo imagina todo fachoso o extravagante. ¡Por favor! El asesino es una persona como cualquier otra. Por eso no lo encontramos.

Ay que lástima esa de guardar respeto. Si yo me hubiera tropezado hubiera preferido que alguien se cagara de la risa, soy así. Además con esa forma de caminar, como si tuviera que cuidar cada paso, volteando a todos lados y no viendo nada. Raro el señor. Bueno ahora tengo algo que contarle a Frida. Ya no hablamos, parece que de tanto hacer cuentas ya ni nos miramos. En las noches sólo apagamos las luces y se acabó. Yo la amaba, o ¿la amo?

Otro señor, borracho para variar. A este ya van varias veces que lo veo, siempre me pide limosna. Pero hay algo que siempre me hipnotiza, bueno son dos cosas. Una son las cuencas de sus ojos, nunca he visto unos ojos tan hundidos, tan oscuros. Llenos de misterio. Pero no son ojeras, es más como un halo azul oscuro alrededor de ellos. La segunda son sus manos, se las he visto porque siempre las extiende cuando pide dinero. Tienen mil dobleces, como si fueran de papel de china. Me ha de odiar, no lo dudo. Humillarse así ante la gente sin recibir nada. Pero, pero… siempre lo veo. ¿Me estará siguiendo? Se sabe mi rutina diaria, calculada, exacta. El cómplice. El podría ser el cómplice! Me mira, me conoce. Sabe quien soy. Claro que lo sabe y le describe cada paso que doy al asesino.

Hijo de puta, tacaño. Bien se le nota que es acomodado. Además ya lo conozco, nunca da nada, es de esos que siempre dice “Perdón, hoy no tengo cambio”. Codo, mentiroso y codo. Así son todos, se creen buenas personas y andan diciendo que la gente como yo estamos como estamos por huevones.

El asesino. Sabe quien soy, ahora me quiere a mi. Se deshará de mi. Estoy sudando… no, tranquilo. Tranquilo, todavía estas a tiempo de atraparlo. Que linda niña comiéndose su paleta, es de esas cosas que hacen pensar que todavía hay algo que vale la pena. Algo verdaderamente bello. Esta niña es pura, inocente, no tiene la menor idea de que hay más allá de su dulce. Pobre, lo que le espera. Es como ellas. Las pequeñas. Las víctimas de su monstruosidad. Acuchilladas, mutiladas, deformes. La belleza corrompida.

Me gusta más la de limón. Fuchi, ese señor esta feo. Tiene ojos de plátano podrido, jiji y sus lunares parecen moscas y suda, guácala.

Lo imagen más pura, el la pervirtió. La hizo a su semejanza, asquerosa. Repulsiva. Que escalofríos al ver las fotos de la evidencia. Terrible. Nadie lo podía creer, nadie lo cree aún. Alguien capaz de hacer tal cosa, tan impresionante que uno se siente culpable con sólo observar tal crimen. Culpable de observar. ¿Sólo observar? Culpable. ¿Y si el culpable soy yo? ¿Yo? No, no, yo no puedo serlo. Soy inocente. Estoy a cargo. Exacto, soy el que manda. ¿Por qué crees que nadie encuentra al asesino? Si, soy yo. Claro. Es obvio. No hay caso como este. ¿Como pude hacerlo? Mis manos dedos, mis manos y mis piernas. El corazón se azota contra mi pecho. Corre, corre, nadie puede saber que fui yo. Si lo saben… no, no, calla, nadie lo sabrá. La llave. ¿Dónde esta la llave? No puedo respirar. Aquí esta. Abre, abre ya! Que no te encuentren.

- “No sueltes el portazo.¿Quieres? Llamaron del BATAN, ¡Se te olvido ir a tu cita! ¡Carajo Genaro! ¿Quieres que te vuelvan a encerrar? ¿Qué te amarren como perro? ¿Eh, quieres?”

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