miércoles, 28 de febrero de 2007

Celos

Celos. Axel J. Barradas Berglind

Un arrebato inesperado de emociones. Furia, tristeza y un ardor intenso dentro de mi pecho. Otra vez me había despertado y Sara no estaba en la cama. Mi respiración se volvió áspera. Sentí que casi no podía respirar, cuando un repentino latido me devolvió el aliento, y la asfixia se detuvo. Respiré su perfume. Sentí un placentero alivio… Ahí estaba. La puerta se cerró y lo primero que vi fue su esbelta figura. Era mi dulce Sara. Llevaba un vestido azul claro e iba cargando un par de bolsas.

Irrumpí en el silencio con mi voz.

-“¿En dónde estabas Sara?”.

-“Hola amor, salí a comprar cosas que necesitaba. No quise despertarte”.

-“¿Qué cosas?”- pregunté irritado.

Se detuvo por un momento a acomodar las cosas recién compradas.

-“Pues cosas, querido”- me dijo con una sonrisa decorada con su usual indiferencia. Luego se acercó para darme un tierno beso en la frente.

-“¿Porqué me hablas así? ¿Qué no ves que me preocupa que te salgas de la cama así nada más sin avisarme?- le rezongué.

-“¡Ay Rubén tú siempre te preocupas de más!, ya sabes que yo siempre ando muy ocupada. Ayer hablé con mamá y me pidió unos encargos. En la tarde no me dio tiempo de ir por ellos y cuando venía en camino para acá se me volvió a pasar. Tuve que ir por ellos ahorita porque acuérdate que mañana llega Marta de casa de mis papás y tenemos que pasar por ella al aeropuerto, y ya sabes como se pone cuando viaja. ¿Ya lo habías olvidado verdad?”- dijo mientras se quitaba el vestidito azul y se ponía un camisón para regresar a la cama. Debían ser probablemente cerca de las once de la noche.

-“No, no lo había olvidado. Ven a la cama, no me gusta dormir solo”.

-“En seguida voy cariño, voy a lavarme la cara”.

-“¿Para qué? Hace rato te bañaste”.

-“Sí Rubén, pero con las prisas estuve sudando y ya sabes que no me gusta acostarme con esa sensación”.

-“A mí no me molesta”.

-“Pero a mí sí”.

Le contesté con un suspiro de frustración y me preparé para dormir. Pero algo no me dejaba descansar. Escuchaba un reloj haciendo tic-tac en mi cabeza sin parar, percibía el eco de mis emociones y principalmente de mis celos. Sara me había vuelto un hombre posesivo. Todo era culpa de ella, antes no me importaba pero ella era tan bella y tan atenta con la gente que me aterraba la idea de que se enamorara de alguien mejor que yo. Y eso pasaba todos los días. El vecino Jaimito, era un cabrón bien listo, y su esposa lo dejó por uno de esos ricos hipócritas con cara del David de Miguel Ángel. Vieja maldita, el pobre Jaimito acabó matándose de un tiro en la sien.

Seguramente Sara quiere que yo también acabe dándome un tiro para que me pueda dejar por otro ricachón de esos con casas grandes y autos lujosos.

La puerta del baño se abrió y salió Sara con su camisón verde traslúcido. Se había acomodado el cabello para dormir.

-“¿En qué piensas Rubén?” – me preguntó metiéndose en la cama, al ver que no podía dormir.

-“Nada cariño, estaba pensando en el trabajo”- le contesté. “En el trabajo”, si claro.

-“Ya no pienses en eso, un día te vas a morir de tanto estrés laboral”.

-“¿Qué insinúas? – le pregunté. Lo sabía, ya me quería ver muerto. Justo como yo pensaba.

-“¿Cómo que qué insinúo? Sólo que te relajes.”- replicó mientras acomodaba su cabeza sobre mi pecho y rodeaba mi cintura con su brazo.

-“Aja. Hasta mañana…”

-“Hasta mañana mi amor”- y besó mi barbilla.

¿Me amaba? … Sentí una gran preocupación que se tornó en celos sin sentido. Sin alguien a quien culpar. En verdad no sabía porque sentía celos, Sara siempre había sido una fiel compañera y me había demostrado que era digna de mi confianza. Sin embargo, no pude ocultar mi disgusto. Pero su mirada me apagó completamente. Se veía hermosa. Siempre lo hacía, no sé como pudo fijarse en un cretino como yo.

Dejé que mi rabia se ocultara en mis sueños. Mañana sería mejor. Quizás Sara se quedaría otro día conmigo. Espero que mañana no me abandone. Y si lo hace, tengo un revolver en el segundo cajón del buró.

Al despertar (¿O seguía durmiendo?) me encontraba solo de nuevo. Había una nota sobre la mesa:

Amor mío, me voy. Te ruego que me entiendas y que me disculpes. Tuve que marchar y ésta vez no volveré. Ya no puedo seguir así, ya no soy feliz. Desde hace unos meses conocí a Carlos, él es un buen hombre, me ha prometido todo lo que tú nunca pudiste ofrecerme. Me caso en enero. Yo te sigo amando, tú lo sabes, pero tengo que pensar en mi futuro Rubén. Tú tienes mucho por vivir, seguramente encontrarás rápidamente la manera de sobrellevar el sufrimiento que te podría causar mi ausencia, pero sé que conocerás a alguien que te dé lo que yo no te pude dar. Me voy a llevar a Marta. Te dejé comida para la semana. Por favor cuídate mucho.
Atte. Sara


Al acabar de leer la nota, miré fijamente el segundo cajón del buró.

Desperté abruptamente, luego volteé la cabeza y Sara estaba allí en la cama a mi lado, durmiendo tranquila, susurrando mi nombre...

1 comentario:

Ruta Magazine dijo...

Interpretaciones.
La vida es sueño ... y es hasta un instante antes de que nuestro personaje cierre los ojos que el relato se bifurca para darnos dos oportunidades de interpretación.
La primera interpretación, la vía más rápida sería creer que realmente la mujer se va por insatisfacción y que todas las sospechas eran ciertas. Menos mal uno simpre tiene un arma en el buro para estos casos. Sin embargo, esta interpretación lineal de la historia, no sólo deja insatisfecha a la mujer que huye con carlos sino a nosotros como lectores - que bien podríamos huir de igual manera a otro relato-así que optaremos por otra interpretación.
Este otro camino nos instala nuevamente al momento en que la mujer besa a su pareja en la barbilla y éste último se pierde en pensamientos pesados en el camino del ensueño. En este terreno los "celos" se apoderan de todo incluso de la realidad misma, los celos han escrito la carta, han otorgado a la mujer el placer en otro lugar.
La despensa de la semana, no es más que el símbolo de lástima que una persona siente por sí mismo.
Sin esta última interpretación nuestro personaje principal se convierte en algo menos que un despojo humano en su vida emocional.