miércoles, 28 de febrero de 2007

El devenir global y eclecticismo posmoderno



El devenir global y eclecticismo posmoderno


(Un ensayo de análisis sobre la convergencia de la revolución industrial, el imperialismo y la globalización, en el impacto de la cultura del mundo moderno)




¿Que tienen en común la invención de la máquina de vapor, la repartición de África entre las potencias europeas a mediados del S. XIX y la McDonalización del mundo? Eventos separados en tres siglos distintos, aparentemente sin una conexión particular entre sí; pero vistos desde la perspectiva del devenir histórico se convierten en hechos simbólicos de la revolución industrial, el imperialismo y la globalización, respectivamente. Estos a su vez dan forma al proceso económico-social-histórico que, en su expresión más mecanizada, da origen a lo que percibimos como el eclecticismo posmoderno.

El propósito de este ensayo será entonces, esbozar las relaciones “en cadena” entre los hechos mencionados en el párrafo anterior, como el originadores del eclecticismo posmoderno en la cultura.

El eclecticismo cultural posmoderno puede remontar sus orígenes hasta la invención de la máquina de vapor (y por ende al estallido de la revolución industrial).

La invención de la máquina de vapor es uno de los orígenes simbólicos del estallido de la revolución industrial; la mecanización del trabajo, como producto de esta última, significó el punto de partida de un nuevo orden social. Como dice Hobsbawm en La era de la revolución: “¿Qué significa la frase “estalló la revolución industrial”? Significa que un día entre 1780 y 1790, y por primera vez en la historia humana, se liberó de sus cadena al poder productivo de las sociedades humanas, que desde entonces se hicieron capaces de una constante, rápida y hasta el presente, ilimitada multiplicación de hombres, bienes y servicios.”[1]
El día al que se refiere el autor significó la liberación del poder de producción de una manera exponencial como nunca antes. Ahora bien, puede que la invención de la máquina de vapor en sí, no haya sido la directamente responsable de tal liberación, pero si fue la que visionó una nueva manera de ver al avance tecnológico como factor de crecimiento y desarrollo económico; por lo que puede considerarse a la invención como la “gestante” de la revolución industrial.

Por consiguiente, este crecimiento del poder productivo, a causa del desarrollo industrial (con la consecuente multiplicación de hombres, bienes y servicios) significó, entre otras cosas, la posterior producción en excedente, la búsqueda de nuevos mercados para vender dichos excedentes, la explotación de mano de obra barata y materias primas exóticas; en otras palabras sentó las bases del imperialismo.
El imperialismo del S. XIX, en el más positivo de sus aspectos, se dedicó simplemente a expandir el nuevo orden económico-social al resto del globo; en The age of empire, Hobsbawm menciona: “Ahora, el mayor suceso del el siglo XIX es la creación de una sola economía global, expandiendo progresivamente a las más remotas esquinas del mundo, una red creciente de transacciones económicas, comunicaciones y movimientos de bienes, dinero y gente, conectando el desarrollo de los países entre sí y con el mundo subdesarrollado.”[2] Por lo tanto, más allá de lo meramente económico, esta red interconectó a las metrópolis y sus colonias en aspectos sociales y políticos, que, tiempo después, convergieron en lo que identificamos como globalización.

Ahora bien, tomemos en cuenta la siguiente cita: “…el proceso de globalización significa la circulación más libre de mercancías y capitales y a través de ella se logra ir concretando el ambiente de permanente armonía en los países en el que finalmente en el mercado podría potenciar tanto su capacidad ordenadora sobre el conjunto de la sociedad…”[3]
Si bien es cierto que el funcionamiento del mercado global es en gran medida el homogeneizador del mundo, la globalización también posee un aspecto socio-cultural bien importante, como menciona Araceli González en su artículo Reflexiones en torno al concepto de globalización: “La implementación de modas, gustos y preferencias que estandarizan el consumo y homogeneizan a las sociedades es una expresión de la globalización… en el plano social tiene una incidencia directa en los esquemas culturales de los distintos grupos que propicia un replanteamiento de morales, símbolos y valores, que conducen a una paulatina pérdida de identidad y en su lugar se genera una transculturización…”[4] He ahí que emerge la necesidad de marcar el proceso globalizante como el responsable de la transformación cultural moderna.

Por lo tanto, si se extrapola esta transfiguración de la cultura a la corriente posmodernista es fácil explicar el origen del eclecticismo cultural que reina en la época actual; Appignanesi ejemplifica muy bien: “Existe otro posmodernismo adaptado a la prevalencia monocultural del capitalismo de libre mercado… El eclecticismo posmoderno. Este es el costado más crudo de la cultura general contemporánea: uno escucha reggae, mira un western, almuerza en McDonald´s y cena comida regional, usa perfume de París en Tokio…”[5] El autor deja inferir entonces que: 1) el capitalismo de libre mercado funge como mecanismo esencial de la globalización, 2) en su proceso, conlleva la generalización de la cultura, ejemplificado por la diversidad de actividades y gustos en apariencia disímiles.

Establecidas las relaciones, podemos enunciar lo siguiente: el posmodernismo ecléctico, es consecuencia del monoculturalismo generalizado proveniente del proceso socio-cultural de la globalización. Ésta proviene de la conformación de la economía global instaurada en el imperialismo del S. XIX, que a su vez tiene sus orígenes en el nuevo orden económico-social que fue consecuencia de la revolución industrial.

En conclusión, un proceso relativamente trivial, como ir a comer a McDonald´s, después de ir a ver una película china en una cadena de cines estadounidense en la ciudad de Puebla, conlleva un proceso de gestación histórico complejo, que puede remitir sus orígenes hasta la invención de la máquina de vapor.
[1] Hobsbawm, Eric. La era de la revolución 1789-1848. Barcelona. Crítica, 1997. Pg. 35.
[2] Hobsbawm Eric. The age of empire 1875-1914. New York. Vintage Books. 1987. Pg. 62 (Traducido por Juan Manrique).
[3] González Uresti, Luz Araceli, “Reflexiones en torno al concepto de globalización”, Revista de Humanidades: Tecnológico de Monterrey. #9. Otoño, 2000. Pg. 186,187.
[4] Ibid em, Pg.191.
[5] Appignanesi, Richard; Garrat, Chris. Posmodernismo para principiantes. Buenos Aires. Longseller. 2002. Pg. 47.


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